domingo, 6 de abril de 2014

Caminos

Has estado días y días probando diferentes caminos. Por este de aquí pensaba que tendrías suerte, que llegarías a un lugar tan bonito que todo lo demás daría igual. Pero era demasiado atractivo como para ser real. Viviste tu ensoñación, y aunque sabías que nunca llegarías al final, lo cogiste igualmente. No te arrepientes de ello. Habría sido peor negarlo desde el principio. Da igual lo que dijeran los demás. Tú lo viviste así y no saliste tan mal parado como cualquier otro te habría repetido una y otra vez.

Los intentos por dicho camino no daban resultado, así que trataste de hacer otros. Estos otros caminos eran, de alguna manera, algo familiares para ti. En su tiempo, no te acabaron de convencer del todo, pero los cogiste igualmente, porque tampoco tenías la vista preparada para ver otros. Los primeros pasos los cogiste con fuerza, pensando que esta vez sería diferente. Pero no. No lo fueron. Tuviste tus momentos de lucidez, de creer que veías la luz. Pero era el mismo remolino de decepción en el que ya estuviste más de una vez. Por eso te sonaba familiar. Si no fue una buena experiencia no lo deberías haber cogido. Pero no pensaste así en su momento. Probablemente vuelvas a caer en ello en algún momento. O probablemente no.

¿Y dónde estás ahora, si se puede saber? Pues en pleno callejón sin salida, sin tener la más mínima remota idea de qué hacer. Estás cansado de los caminos familiares, no sabes si ha terminado tu camino de ensoñación. Estás hecho un lío, vaya.

¿Acaso deberías hacer algo? No lo sabes. Puede que lo mejor sea esperar. Esperar lo inesperado. Es lo que te has repetido durante los últimos meses, por que los caminos inesperados fueron los que mejores momentos te dieron.

Así que vas a esperar. Tendrás tus buenos momentos en el camino, pero también malos. Es ley de vida. Sólo queda esperar. Esperar lo inesperado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario